Interiormente obligado
El amor fue lo que motivó al Padre a enviar a Su Hijo a redimir a la humanidad.
Ese mismo amor ha sido derramado en el corazón de cada creyente.
Y la esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. (Romanos 5:5 RVR1995)
El amor de Dios en nosotros nos llama y nos obliga a hacer algo respecto a las personas perdidas. Incluso Pablo dice en 2 Corintios 5:14: “El amor de Cristo nos constriñe” (RVR1995).
Hace varios años, en una noche escuchaba lo que parecía ser el sonido débil de una campana. Varias veces salí de la cama e intenté encontrar el origen del sonido, pero siempre se detenía antes de que pudiera descubrir de dónde venía.
Finalmente, una noche, me di cuenta de lo que era. Era un reloj viejo que tenía metido en algún cajón debajo de un montón de cosas. Cada tarde, se encendía la alarma a la misma hora.
La llamada del amor de Dios en su corazón puede ser como eso. Suena regularmente pero raramente la escuchamos. Enterrada entre ambiciones personales, preocupaciones y problemas, rutinas diarias, y las cuestiones generales de la vida.
Sin embargo, ¡inequívocamente, allí está!
El mismo amor que movió a Jesús a sanar a los enfermos y ministrar la vida de Dios a las personas quebrantadas está en usted. Escúchele. Pónganse en contacto con Él y expréselo a alguien en necesidad.
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