Jesús como nuestro Salvador
En el pasado, los constructores solían colocar una piedra que sirviera como punto de referencia para colocar las demás al iniciar la construcción de un edificio. Esta era conocida como la piedra angular. Jesús es llamado en la Biblia la piedra angular no solo porque toda la creación depende de Su persona, sino también porque toda la obra de redención apunta hacia Él. Hebreos 1:3 dice que Él «sostiene todas las cosas por la palabra de su poder», y Gálatas 3:24 dice que la ley fue el «ayo para conducirnos a Cristo». Él es el centro de la revelación bíblica.
Nuestra salvación depende, de manera completa, de los méritos alcanzados por Él en favor nuestro durante Su vida y finalmente con Su muerte en la cruz. Su resurrección garantiza nuestra resurrección en el futuro, y es Su resurrección que garantiza el cumplimiento de las promesas de Dios Padre para con Sus hijos. Por eso dice Pablo en 2 Corintios 1:20 que todas las promesas son sí (o amén) en Cristo. Como la piedra angular, es además el único camino de salvación como Él mismo revelara. Esa es la razón por la que todo el Antiguo Testamento apunta hacia Su nacimiento y todo el Nuevo Testamento gira alrededor de Su vida, muerte y resurrección.
Dios quiere que lo conozcamos y quiere relacionarse con Su pueblo. Por esa razón se ha revelado por medio de los profetas y de Su Palabra. Pero en los últimos tiempos, lo ha hecho de manera muy particular mediante Su Hijo Jesús (Heb. 1:1-2). Quien conoce a Jesús conoce a Dios.
El sueño de todo varón judío era poder ver a Dios cara a cara. Moisés hizo esa petición a Dios: «Te ruego que me muestres tu gloria», a lo cual Dios respondió: «No puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir» (Ex. 33:18,20). Pero cuando Jesús se encarna y viene a revelar al Padre, el hombre tuvo la oportunidad de ver a Dios cara a cara, pero hasta teniéndolo frente a frente lo rechazó, porque el problema del hombre es que ama más las tinieblas que la luz (Juan 3:19); él ama más el pecado que la verdad de Dios.
Jesús es mejor conocido como hombre que como Dios, tal vez por el énfasis que se ha hecho sobre Su identificación con las debilidades humanas. Pero Jesús no fue solo un hombre, sino que al mismo tiempo era Dios. Por otro lado, la razón de Su paso por la tierra tuvo como motivación primera Su misión de Salvador, pero a Su paso por la tierra fue además siervo, maestro, profeta, sacerdote y rey.
Precioso al saber que tenemos la salvación.
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