Mi Espíritu y Exaltación
¿Obtienes tu autoestima de lo que haces? ¿Te clasificas o comparas con otras personas? ¿Crees que te mereces más respeto y honor?
El Salmo 75:6-7 dice:
Porque ni de oriente ni de occidente
ni del desierto viene el enaltecimiento, pues Dios es el juez;
a éste humilla, y a aquél enaltece. [RVR95]
La exaltación no viene de otras personas o de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, sino que viene de Dios. Confiar en Dios significa que vamos a vivir con una clase de espíritu que nos hará creer que Dios va a abrir las puertas por nosotros.
Intentar encontrar nuestro valor en lo que hacemos crea algo incorrecto en nuestro corazón. Medir tu vida por lo que es o no es justo es la receta perfecta para vivir desanimado y con resentimiento. ‘¿Por qué ellos y yo no?’ Justamente de esto nos advertía el apóstol Pablo en 2 Corintios 10:12-13:
No nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos manifiestan su falta de juicio al medirse con su propia medida y al compararse consigo mismos.
¿Juzgas a los demás comparándolos con tu propia vida o los juzgas por lo que crees que merecen? ¡Me merezco estar sentado en las filas delanteras del avión, y no aquí atrás entre dos bebés llorones!’ Pero si Dios nos diera lo que realmente merecemos, ¡todos estaríamos en problemas!
La comparación es un juego mortal en el que nunca ganarás. Siempre quedarás segundo. Te lo garantizo. Siempre va a haber alguien más guapo que tú, más inteligente, más espiritual y con más oportunidades.
Recuerdo estar sentado en un avión una vez. Tenía mucho tiempo por delante, ya que Australia está en la otra punta del mundo. Así que empecé a leer mi pasaporte y me quedé impresionado conmigo mismo al ver todos los sellos que tenía estampados. Pensé: ‘¡Mírame! ¡He estado en todas partes!’ De repente, oí al Espíritu Santo decirme: ‘¡Ya ves tú! ¡Yo estoy en todos esos países a la vez!’
Si no fuera por la gracia de Dios, ¿dónde estaríamos cada uno de nosotros? Dios exalta cuando quiere exaltar. Él abre puertas cuando quiere abrirlas. Mantén tu espíritu libre de todo anhelo de querer ser exaltado y estar en una ‘posición’. He aprendido que si Dios pone autoridad y trae credibilidad sobre mi vida, entonces, mi título es irrelevante. Honra a las personas por su valor en Dios, no por su título.
ORACIÓN: Señor, haz que reconozca el infinito valor que tú has depositado en mi y en los demás. Ayúdame a no juzgar o compararme, sino a ver a las personas y a verme a mí mismo como tú me ves.
Comentarios
Publicar un comentario