Las tormentas nos corrigen!!!





Dios llamó a Jonás para una misión especial.

La gente de la ciudad de Nínive era malvada, pero Dios comisionó a Jonás para que interviniera y los ayudara a revertir su espiral descendente, de modo que se volvieran a Él y fueran libres del castigo.

Había solo un problema:  ¡Jonás odiaba a los ninivitas! Eran conocidos como feroces guerreros, inmisericordes, saqueadores y destructores de aldeas, codiciosos por poseer más tierras; por lo tanto, en vez de obedecer las instrucciones de Dios, Jonás navegó, alejándose de su llamado:  sacó un pasaje en un barco que iba en la dirección opuesta. Ahora había dos problemas:  una ciudad sin arrepentir y ¡un profeta fugitivo! Pero una tormenta colosal golpeó el barco en el que iba Jonás,  arrojándolo por la borda y, para empeorar las cosas, un gran pez se lo tragó. 

¿Te has sentido alguna vez tocar fondo sin ningún lugar adónde ir? Las tormentas correctivas no buscan ahogarnos sino corregir nuestro rumbo. Siempre se levantan cuando estamos yendo en la dirección equivocada. Cuando huyes de Dios seguramente enfrentarás todo tipo de tormentas, pero el objetivo es que vuelvas a acercarte.

Dios ve el final desde el principio:  ve nuestras acciones del presente y, como resultado de ellas, nuestro futuro. Habrá tiempos en los que estaremos camino a Tarsis, la ciudad equivocada, y Dios, que nos ama tanto, enviará una tormenta para volvernos a llevar hacia el camino correcto. Dios ve nuestras decisiones erradas y no se queda cruzado de brazos, interviene. Él nos ama demasiado como para dejarnos en el error. Buscará la manera de sacudirnos para que reaccionemos, antes de que sea tarde.

¡Deja de luchar con Dios! Jonás, aunque era un profeta, un siervo de Dios, luchaba con lo que Dios quería hacer. Hay personas que sin saberlo viven luchando con Dios y se resisten a la obra del Espíritu Santo. Si estamos yendo en sentido contrario al plan de Dios, no encontraremos paz.

Cuando Jonás tocó fondo, debió volverse a Dios y clamar a Él. Para este momento,  el pez que lo contenía estaba viajando rumbo a Nínive. Cuando Jonás cambió la dirección de su corazón, también el pez cambió la orientación. Finalmente llegó a Nínive, les predicó a sus habitantes, y toda la ciudad se arrepintió. 

Dios quiere hacer grandes cosas en ti, ríndete al control del Espíritu Santo y Él te sorprenderá. La dificultad por la cual estás atravesando ¿será una tormenta correctiva?

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